- La dieta mediterránea ofrece a nuestro organismo una gran riqueza en micronutrientes y numerosas propiedades beneficiosas para la salud, previniendo enfermedades del corazón, el cuerpo y el cerebro.
- La carne de conejo es uno de los alimentos más destacados de la dieta mediterránea no solo por sus orígenes, sino también por su elevado contenido en proteínas de alto valor biológico, vitaminas y minerales.
Dicen que somos lo comemos, y dado que la segunda función más importante que realizamos a lo largo del día después de respirar es la de alimentarnos, debemos prestarle la atención que se merece. En este sentido, la dieta mediterránea es uno de los planes de alimentación más sanos y saludables que existen, como señalan desde la Fundación Dieta Mediterránea.
El origen de la alimentación mediterránea data de hace aproximadamente 5.000 años, cuando el hombre comenzó a cultivar diferentes tipos de cereales. Desde entonces y, gracias al pueblo fenicio, se extendió por los países bañados por el Mar Mediterráneo como Grecia, Italia y España, entre otros. Cada uno de ellos fue aportando a esta dieta sus costumbres y hábitos, dando lugar a lo que conocemos hoy.
¿En qué consiste la dieta mediterránea?
Cuando hablamos de dietas, rápidamente pensamos en un estricto plan nutricional. Sin embargo, la dieta mediterránea es mucho más que eso. Hablamos de una valiosa herencia cultural, un estilo de vida equilibrado que recoge recetas, formas de cocinar, celebraciones, costumbres, productos típicos y actividades humanas diversas.
Tal es así que la UNESCO la considera como uno de los elementos de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Y es que una alimentación equilibrada es fundamental para obtener todos los nutrientes que el cuerpo necesita y mantenernos en buen estado de salud. Esencialmente, la dieta mediterránea se caracteriza por:
- Un consumo abundante de alimentos de origen vegetal (en cada comida).
- Utilizar el aceite de oliva como principal grasa de adición.
- El consumo diario de pan, alimentos procedentes de cereales y lácteos (principalmente yogur y quesos).
- Situar el agua como bebida por excelencia, con un consumo moderado de vino durante las comidas.
- El consumo de pescado, pero los huevos con moderación.
- Consumo de carnes preferiblemente magras y formando parte de platos a base de verduras y cereales.
- Elegir grasas saludables, es decir, no saturadas, limitando las saturadas.
- Un consumo limitado de carnes rojas y ocasional de dulces.
- La realización de actividad física diaria y compartir las comidas con familiares y amigos.
Como señala la Academia Española de Nutrición y Dietética, la dieta mediterránea no requiere grandes esfuerzos alimentarios, pero sus beneficios son notables para el organismo. Te puede ayudar a reducir el riesgo de ciertas enfermedades, a mejorar tu estado de ánimo, a aumentar tus niveles de energía y a mantener el corazón y el cerebro saludables.
La carne de conejo se ha convertido en el ingrediente principal de multitud de recetas incluidas dentro de la dieta mediterránea que, con el paso de los años, se han trasmitido de generación en generación.
La carne de conejo en la dieta mediterránea
La carne de conejo tiene sus orígenes en la Península Ibérica, más concretamente en la costa levantina. ¿Sabías que ocupa un lugar destacado en la cocina valenciana? En ella encontramos numerosas recetas que resaltan su sabor suave y su versatilidad culinaria. Por ese motivo, no es de extrañar que esta carne magra forme parte de la dieta mediterránea desde hace miles de años.
Concretamente, la carne de conejo se encuentra dentro del grupo de los alimentos proteicos, cuyo consumo recomendado es de tres o cuatro raciones semanales, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. En este sentido, cabe destacar que las proteínas de origen animal son más completas que las de origen vegetal por su alto valor biológico.
La carne de conejo destaca por sus múltiples propiedades nutricionales, siendo uno de los alimentos estrella de la dieta mediterránea. Por ejemplo, se trata de una carne magra, presumiendo de un bajo contenido en grasa y colesterol. Además, contiene vitaminas y minerales muy interesantes, como es el caso de las vitaminas del Grupo B (B3, B6 y B12) y minerales como el fósforo, el selenio, el hierro o el potasio.
Y como guinda del pastel, hablamos de una carne con unas propiedades organolépticas excepcionales y gran versatilidad en la cocina. Gracias a ello, puedes consumirla en apetecibles platos con muchos otros alimentos igual de saludables y mediterráneos: tus verduras u hortalizas preferidas, con arroz en una paella o con patatas de guarnición.
Como ves, una alimentación equilibrada y saludable como la que nos propone la dieta mediterránea no está reñida con los caprichos culinarios. La carne de conejo se puede adaptar a todos los gustos y su consumo está recomendado para todas las etapas de la vida, desde los más pequeños de la casa hasta los más veteranos. ¿Necesitas alguna idea? Echa un vistazo a nuestro recetario ¡Te vas a chupar los dedos!