- Las carnes magras y las carnes blancas comparten algunas características y beneficios, como su elevado contenido en proteínas de alto valor biológico, minerales y vitaminas; pero bajo en grasas saturadas.
- La carne de conejo, como carne blanca y magra, es una alternativa ideal dentro de una dieta equilibrada y saludable. Su versatilidad en la cocina te permite disfrutar de ella en múltiples preparaciones y con variados ingredientes.
A menudo se utilizan los términos ‘carnes magras’ y ‘carnes blancas’ como sinónimos. Incluso existe una falsa creencia de que solo la carne blanca se puede considerar carne magra. Nada más lejos de la realidad, hablamos de dos tipos de carne que comparten algunas características y beneficios, pero no son exactamente lo mismo.
En este artículo te vamos a explicar las diferencias entre las carnes magras y las carnes blancas, su contenido nutricional y su impacto en la salud. Podrás descubrir ejemplos de cada categoría y analizaremos en qué contextos es mejor consumir cada tipo. Además, vas a descubrir por qué la carne de conejo cumple con las características de ambos tipos.
¿Qué son las carnes magras?
Las carnes magras vienen definidas por su contenido de grasa, que debe de ser siempre inferior al 10 % por cada 100 gramos de carne comestible. Dentro de este tipo de carnes se incluyen tanto carnes blancas como rojas. Lo esencial no es su color, sino que cumplan con el mencionado criterio de grasa.
Son, por lo tanto, carnes magras el pollo y el pavo sin piel, la carne de conejo y ciertas partes del cerdo, el cordero y la vaca, como patas y solomillos. Preparados adecuadamente para que no tengan grasa tenemos, por ejemplo, cortes como el lomo de cerdo, el solomillo de res y la pierna de cordero.
Entre las propiedades de las carnes magras destacan su alto contenido en proteínas de alta calidad y bajo en grasa y calorías. Gracias a ello, permiten satisfacer las necesidades nutricionales esenciales del organismo, sin un consumo de grasas saturadas excesivo. En suma, aportan al cuerpo una amplia variedad de vitaminas del grupo B y minerales como el hierro, el zinc, el fósforo y el selenio.
¿Qué son las carnes blancas?
Distinguir las carnes rojas de las blancas no es solo una cuestión cromática. Tampoco es una diferenciación precisa determinar que la carne de mamíferos es roja y la de aves blanca, como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS). Hay partes de las aves que tienen un color rojizo por su mayor contenido de mioglobina, como las patas. Por otra parte, el ganso y el pato son aves y se consideran carnes rojas.
De igual forma, hay carnes blancas entre los mamíferos. Por ejemplo, la carne de conejo; o la del cerdo y el cordero en su etapa más joven, alimentación o tipo de corte. Pensemos, sin ir más lejos, en el color de los filetes de cinta de lomo. El pollo y el pavo, sin embargo, sí que son aves y se engloban dentro del grupo de las carnes blancas.
En definitiva, son carnes blancas aquellas que tienen un menor contenido de grasa, es decir, que son magras. Por lo tanto, presentan las propiedades que hemos señalado anteriormente, como un alto contenido en proteínas, minerales y vitaminas. Frente a las carnes rojas, tienen un mejor perfil lipídico, con menos calorías, colesterol, ácido úrico y colágeno. Son más saludables para el organismo.
Las carnes magras se caracterizan por su bajo contenido en grasa y calorías, resultando un gran aliado para mantener el peso sin renunciar a un aporte óptimo de proteínas de alta calidad.
¿Cuándo se recomienda el consumo de cada una de ellas?
En una dieta equilibrada y saludable no debe faltar la carne. Si bien existen las proteínas vegetales, las de origen animal son de mayor calidad porque aportan a nuestro cuerpo todos los aminoácidos esenciales. Dentro del grupo de las carnes, es interesante añadir a nuestra lista de la compra tanto carnes blancas como rojas.
Cada una de ellas aporta nutrientes diferentes, pero fundamentales para nuestra alimentación, salud y bienestar. Las carnes blancas tienen un alto contenido en selenio y vitaminas B3 y B6; mientras que las carnes rojas destacan por ser ricas en hierro, zinc, fósforo y vitamina B12.

Concretamente, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) aconseja consumir «entre 2 y 4 raciones de carne semanales, preferiblemente de pollo y conejo, y no más de dos de carne roja«. En términos de cantidad, estaríamos hablando de no superar los 250 gramos de carne roja a la semana y los 500 gramos de carnes blancas.
Lo ideal es que la carne que consumamos, se trate de un tipo u otro, sea magra. Esto nos permite llevar una dieta saludable y baja en calorías, cuidando la salud cardiovascular gracias a las grasas poliinsaturadas y el omega-3. Además, su elevado contenido proteico las hace muy recomendables para ciertos perfiles, como los deportistas.
En definitiva, combinar carnes blancas y rojas magras permite disfrutar de una variedad de sabores y texturas sin renunciar a una dieta baja en grasas.
Carne de conejo: lo mejor de los dos mundos
La carne de conejo, por sus propiedades, es ideal para quienes desean controlar su ingesta calórica sin comprometer la calidad nutricional. Sobresale frente a otras carnes blancas y magras por su mayor aporte de proteínas (23g/100g), minerales (zinc, fósforo, hierro, potasio…) y vitaminas (grupo B y E). Todo ello con un ínfimo contenido en colesterol, purinas, ácido úrico, colágeno y grasas saturadas.
De hecho, está cobrando cada vez mayor relevancia entre los nutricionistas por sus múltiples beneficios en todas las etapas de la vida; así como sus virtudes en la prevención y tratamiento de diversas enfermedades. Además, sus cualidades organolépticas, su digestibilidad y su versatilidad en la cocina te permiten preparar un amplio abanico de recetas en todo tipo de formas de cocción.
Ahora que ya conoces las diferencias y similitudes entre las carnes magras y las carnes blancas; así como sus propiedades y beneficios, podrás estructurar mejor tu dieta para comer sano y variado. ¿Necesitas algunas ideas? Te recomendamos echarle un vistazo a nuestro recetario con carne de conejo.
La información proporcionada en este artículo es solo para fines informativos y no debe considerarse un sustituto del consejo, diagnóstico o tratamiento médico profesional. Consulta a tu médico u otro profesional de la salud cualificado ante cualquier pregunta que puedas tener sobre una condición médica o tratamiento.